CAPITALISMO EN COLOMBIA.
Aspectos positivos y negativos del capitalismo en Colombia
Actualmente el capitalismo en Colombia se da con un sistema económico en el cual la propiedad privada desempeña un papel fundamental. El interés propio, la competencia, los precios. Cada empresa ofrece una variedad de productos, y cada persona es consumidor de algunos de estos.
A través de la competencia se establece una rivalidad entre empresarios, estos buscan la mayor cantidad de consumidores. Para esto, utilizan estrategias de reducción de precios, mejoramiento de la calidad, entre otros. El capitalismo se basa en una economía en la cual el mercado es fundamental.
El gobierno sólo se encarga del ordenamiento que garantice ciertas libertades civiles y la implantación de políticas indispensables para el funcionamiento de los mercados y el respeto de la propiedad privada.
El capital es un elemento importante en el proceso de producción.
El mecanismo que pone en marcha la estructura capitalista es el de los precios fijados libremente en el mercado. Esencialmente el capitalismo se identifica con la economía de mercado, el empresario capitalista no puede hacer otra cosa que buscar sus beneficios el cual dependerá de los costes de producción y de los precios del mercado.
El Capitalismo surge como sistema social, después del feudalismo y a la esclavitud. En estos dos sistemas anteriores, se producía también un excedente económico, fruto del trabajo, del que se beneficiaba la clase dirigente, pero no se reinvertía en un proceso creador de nuevos excedentes, capaces de asegurar la acumulación y reproducción sistemáticas del capital, que es el rasgo típico del capitalismo. Éste se desprendió del feudalismo, que significó la transformación de multitud de artesanos.
En los últimos tres o cuatro años, las mayores y más tradicionales empresas del país pasaron a manos de conglomerados extranjeros. Bavaria, Avianca, Comcel, Paz del Río, Colseguros, Telecom y ahora EL TIEMPO son hoy empresas de capital extranjero. Catorce de las 20 mayores empresas de Colombia son de capital extranjero. Un tercio de las cien mayores son extranjeras.
Pero mientras en la meca del capitalismo, Estados Unidos, buena parte de las más grandes empresas hoy son relativamente nuevas y producto de la innovación y de nuevos sectores, en Colombia la mayoría de las cien empresas más grandes de hoy son las mismas de hace diez, veinte o cuarenta años. Las mismas, aunque algunas han cambiado de dueño.
El vigor de una economía no solo está en que crezcan más las ya grandes, sino que crezcan las medianas y pequeñas y que aparezcan nuevas empresas grandes. Para ello, el mercado de capitales es un instrumento crucial. Sin embargo, en Colombia no cumple este papel. A pesar de la notable liquidez de la economía en estos momentos, el mercado de acciones está limitado a menos de 10 compañías que transan acciones en la bolsa de Colombia, mientras que los títulos del Gobierno, los TES, son el grueso del movimiento bursátil.
Las acciones son hoy el 1 por ciento de los negocios bursátiles y los TES, las divisas y los papeles de renta fija el 99 por ciento. Los inversionistas, que tienen mucho dinero por estos días, financian mucho al Gobierno y muy poco a las empresas.
Por eso, siendo claros en que en Colombia no estamos en la senda del socialismo del siglo XXI, como sí lo están nuestros vecinos, es, por tanto, el capitalismo nuestro camino. Pero el capitalismo tiene que significar algo para la inmensa mayoría de ciudadanos que no son capitalistas.
Crear mecanismos para que se popularicen las acciones es fundamental no solo para el crecimiento de empresas, sino para asentar la confianza en el capitalismo. Un capitalismo vigoroso requiere de dinamismo en empresarios sean grandes, pequeños o medianos, de estímulo a los emprendedores, de respeto y fortalecimiento de los sindicatos y de popularización de la propiedad accionaria de empresas.
La emisión de acciones de Ecopetrol, a más del debate sobre la lógica de esta decisión, debería ser el mecanismo para tratar de cambiar esta tendencia y lograr 200 o 300 mil pequeños accionistas, lo cual, sin duda, es un camino para cambiar la escuálida tendencia del mercado de acciones. Pero para que sea una tendencia, no puede quedarse en un caso ocasional, referido a una sola empresa y además de propiedad estatal. ISA y ETB acudieron a este mecanismo antes, y Aval, del sector privado, ha hecho emisiones masivas también con buen resultado, pero son casos aislados.
Los mecanismos de transparencia del mercado accionario todavía tienen que refinarse para que un empleado medio que recibe su cesantía, por ejemplo, prefiera tener acciones frente a abrir una cuenta de ahorros. La posibilidad de que los corredores de bolsa tengan posición propia, o sea que ellos o sus empresas compren y vendan acciones para ellos mismos, no contribuye precisamente a hacer confiable para el pequeño inversionista la compra de acciones.
Incluso, en el caso de Ecopetrol debe ser claro en la propaganda sobre venta de acciones cuáles serán las garantías de los pequeños accionistas. El Código de Buen Gobierno y la declaración del Accionista Mayoritario, que son documentos muy completos y muy jurídicos, colgados en la página de Internet de la empresa, tienen que ser divulgadas adecuadamente y que el que quiera comprar sepa bien cuáles son sus derechos y garantías.
Mientras no hagamos del capitalismo algo popular, masivo y al alcance de muchísima gente, si no se llevan los beneficios y estímulos de este sistema a muchas personas, se le estará abriendo espacio al modelo de los vecinos.